Colomba pasquale: manjar de reyes
Todo el mundo sabe que si comemos panettone es Navidad. Pero, si en la mesa vemos una colomba, ¿en qué época del año estamos?
La respuesta es sencilla, especialmente para un italiano. Si lo que vamos a saborear es una colomba, es que estamos en Semana Santa. De hecho el nombre completo de este dulce es colomba pasquale, es decir, paloma de pascua, que, gastronómicamente hablando, podría traducirse como nuestro huevo de pascua.
La colomba es un tipo de pan dulce, parecido al pannetone, pero con la forma de una paloma. Su masa se elabora con harina, mantequilla, huevo, ralladura de naranja confitada, azúcar y glaseado con almendra.
Según la leyenda, el origen de este pan dulce hay que buscarlo en el siglo VI, en la vigilia de Pascua del año 572, en el norte de Italia. Después de tres años de asedio de Pavía, el rey Alboíno había decidido invadir la ciudad al día siguiente. Entonces, un viejo panadero que quería poner freno a la sed de venganza de los lombardos, decidió regalarle al monarca un pan en forma de paloma como símbolo de paz. Alboíno, cuentan, quedó encantado por el aroma del dulce y, además de garantizar la paz, convirtió a Pavía en la primera capital del nuevo reino Lombardo de Italia.
A pesar de la difusión de esta historia, parece ser que la tradición de la colomba es mucho más moderna y menos romántica. Se ve que en los años 30 del siglo XX, Dino Villani, director de publicidad de la empresa milanesa Motta, famosa por sus panettones y sus pandoros de Navidad, se sacó este dulce de la manga para aprovechar la maquinaria y la materia prima sobrante de la fabricación de los panettone.
Sea cual sea el origen de la colomba, lo cierto es que es un manjar exquisito y, sí, capaz de cautivar al crítico gastronómico más feroz, a los paladares más escépticos y al amante de la repostería más exigente.
